Homo rhodesiensis es una especie de homínido fósil del género Homo, hallado por primera vez en 1921 en la localidad llamada por los ingleses Broken Hill, actualmente Kabwe, en Zambia (antigua Rhodesia del Norte por lo que se denominó Hombre de Rhodesia). Se considera que vivió solamente en África, desde hace 600000 hasta 160000 años antes del presente, durante el Chibaniense (Pleistoceno medio). Se ha estimado que el cráneo de Kabwe data de 299 ± 25 miles de años antes del presente.[1]
La capacidad neurocraneal del Homo rhodesiensis era relativamente alta, entre 1280 y 1325cm³. Un cráneo que podría ser el más antiguo de esta especie, hallado en Bodo, Etiopía, datado en 630000 años antes del presente, tenía una capacidad endocraneana de 1250 cm³. Otros fósiles con características morfológicamente similares han sido encontrados en Sudáfrica (Hombre de Saldanha), Tanzania, Marruecos y Argelia.
Phillip Rightmire (1998) considera que los fósiles africanos del Pleistoceno medio, deben ser incluidos dentro de la especie Homo heidelbergensis, de la que por tanto descenderían tanto los neandertales como H. sapiens. Por su parte, el paleoantropólogo francés Jean-Jacques Hublin (2001), supuso que Homo rhodesiensis es una especie precursora del Hombre de Neanderthal, que no tuvo que ver en la filogénesis del H. sapiens. Pero, según Tim White (2003), es muy probable que H. rhodesiensis sea antepasado de Homo sapiens idaltu.
Reconstrucción de H. rhodesiensis de 1922, por Amédée Forestier.
Manzi (2004) también considera que identificar una sola especie entre Homo erectus y Homo sapiens, resulta una simplificación excesiva y oscurece la decisiva presencia de linajes separados en escalas macro-regionales. Desde hace años científicos como Koenigswald (1971) habían propuesto clasificar los hallazgos de Europa y África en una línea preneanderthal y una línea presapiens, respectivamente. El estudio de los haplogrupos humanos del ADN mitocondrial y del cromosoma Y, ha demostrado que todos los humanos actuales provienen de África. Por consiguiente, a pesar de los parecidos, los fósiles africanos del Pleistoceno medio pertenecen a una línea evolutiva propia y forman un grupo separado de la línea evolutiva europea. Para designar esas poblaciones africanas en la línea de H. sapiens se justificaría emplear entonces la denominación de Homo rhodesiensis como una especie diferenciada (Arsuaga et al., 1999; Bermúdez de Castro et al., 2003).
Finalmente, algunos expertos separan otro clado en una especie más reciente, Homo helmei, o al menos en un grupo diferenciado. Rightmire (2009) clasificó los fósiles africanos de Bodo, Elandsfontein, Ndutu, Omo 2 y el de cráneo de Kabwe en un grupo diferenciado de otro al que antecede, del que formaría parte el cráneo de Florisbad, junto con LH 18 (Ngaloba, en Laetoli), KNM-ER 3884 y Omo 1, grupo este último, que representaría la población antecedente inmediata de los primeros H. sapiens y que coincide con el grupo del propuesto H. helmei, que para Sally McBrearty y Alison Brooks (2002) se relaciona con la última etapa de la paulatina aparición en África, del moderno comportamiento humano; y para Robert Foley y Martha Mirazón Lahr (1997) se asocia con la aparición de la tecnología que difundió H. sapiens.
Homo rhodesiensis ahora se considera, por la mayoría, como un sinónimo de Homo heidelbergensis, o posiblemente una subespecie africana de Homo heidelbergensis sensu lato entendida como una especie polimórfica dispersa en África y Eurasia con un rango que abarca el Pleistoceno medio (c. 0,8–0,12 Ma).[nota 1] También se han propuesto otras denominaciones, como Homo sapiens arcaicus[citarequerida] y Homo sapiens rhodesiensis.[citarequerida] White et al. (2003) sugirió al Hombre de Rhodesia como ancestro del Homo sapiens idaltu (Hombre de Herto).[citarequerida]
A menudo se ha propuesto la derivación de Homo sapiens a partir de Homo rhodesiensis, pero se ve oscurecida por una laguna del registro fósil humano durante 400–260 ka.[citarequerida]
En 2021 los investigadores Mirjana Roksandic, Predrag Radović, Xiu-Jie Wu y Christopher J. Bae propusieron cambiar el nombre de la especie por Homo bodoensis, argumentando que se encuentra mal definido y ser utiliza de forma variable; así como por estar asociado al bagaje sociopolítico del Imperio Británico,[3] rememorando al magnate minero y primer ministro de la Colonia del Cabo Cecil Rhodes, al igual que al territorio colonial de Rhodesia.[4][5][6] Sin embargo, las normas del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica indican que «el nombre valido de un taxón es el nombre disponible mas antiguo que se aplique»,[7] por lo que Homo rhodesiensis se mantendría al haberse acuñado en 1921, mientras que el nombre H. bodonesis es un sinónimo más moderno. Otro sinónimo más moderno es Homo saldanensis, nombre propuesto en 1955 por Matthew Robertson Drennan que tuvo como base el cráneo SAM-PQ-EH 1 de Elandsfontein, Hopefield (Sudáfrica).[8]
Principales yacimientos
Vista frontal de una réplica del cráneo Broken Hill 1.
Se considera, o se ha considerado en algún momento, que podrían pertenecer a la especie H. rhodesiensis los restos de los siguientes yacimientos o los fósiles que se indican a continuación:
Marruecos
Dar-es-Soltane
Salé
Hombre de Rabat
Canteras Thomas
Djebel Irhoud
Sidi Aberrahaman
Etiopía
Hombre de Bodo
Hombre de Gawis
Tanzania
Eyasi
Ndutu
Zambia
Kabwe: Broken Hill 1
Sudáfrica
Hopefield: Hombre de Saldanha
Elandsfontein
Notas y referencias
Notas
«En nuestro análisis de los clústeres de Ceprano con otros especímenes del Pleistoceno de Europa, África y Asia, como Petralona, Dali, Kabwe, Jinniu Shan, Steinheim y SH5, proporcionan un vínculo fenético bastante plesiomórfico entre ellos. Sobre la base de esta afinidad morfológica Parece apropiado agrupar a Ceprano con estos fósiles, y considerarlos como un solo taxón. El nombre disponible para esta especie putativa es H. heidelbergensis, cuyo carácter distintivo se basa en la retención de una serie de rasgos arcaicos combinados con características que son más derivadas. e independiente de cualquier ascendencia neandertal. [...] Este resultado sugeriría que H. ergaster sobrevivió como una especie distinta hasta 1 Ma, y descartaría la validez de la especie H. cepranensis [...] Por lo tanto, podemos incluir la los llamados "Ante-neandertales" de Europa en la misma unidad taxonómica con otras muestras del Pleistoceno medio de África y Asia continental. Combinando los resultados de los dos enfoques de nuestro análisis fenético Es decir, Ceprano debería ser acomodado razonablemente como parte de un taxón humano del Pleistoceno medio H. heidelbergensis, que incluiría especímenes europeos, africanos y asiáticos. Además, la combinación de características arcaicas y derivadas exhibidas por el espécimen italiano representa un "nodo" que conecta los diferentes polos de una humanidad tan polimórfica». Mounier et al., 2011[2]
Referencias
Grün, Rainer et al. (1 de abril de 2020). «Dating the skull from Broken Hill, Zambia, and its position in human evolution». Nature (580): 372-375.
Arsuaga, J. L., Martínez, I., Lorenzo, C., Gracia, A., Muñoz, A., Alonso, O. y Gallego, J. (1999) "The human cranial remains from Gran Dolina Lower Pleistocene site (Sierra de Atapuerca, Spain)". Journal of Human Evolution37: 431-457.
Asfaw, Berhane (1983). «A new hominid parietal from Bodo, middle Awash Valley, Ethiopia». American Journal of Physical Anthropology61 (3): 367-371.
Bermúdez de Castro, José Mª (2000) El chico de la Gran Dolina. Editorial Crítica. Barcelona.
Bermúdez de Castro, José Mª, Martinón-Torres, M., Sarmiento, S. y Lozano, M. (2003) "Gran Dolina-TD6 versus Sima de los Huesos dental samples from Atapuerca: Evidence of discontinuity in the European Pleistocene population?"; Journal of Archaeological Science30: 1421-1428.
Crow, Tim J. (editor) (2002) The Speciation of Modern Homo sapiens. Oxford University Pres. ISBN 0-19-726311-9
Foley Robert &Lahr, Martha Mirazón (1997) "Mode 3 Technologies and the Evolution of Modern Humans"; Cambridge Journal of Archaeology 7: 3-36.
Hublin, Jean-Jaques (2001) "Northwestern African Middle Pleistocene hominids and their bearing on the emergence of Homo sapiens"; L. Barham and K. Robson-Brown (eds.) Human Roots. Africa and Asia in the Middle Pleistocene: 99-121. CHERUB. Boston: Western Academic and Specialist Press.
Koenigswald, G.H.R. von (1971) Historia del Hombre: 137-142. Madrid: Alianza Editorial.
Manzi, G. (2004). «Human Evolution at the Matuyama-Brunhes Boundary». Evolutionary Anthropology13: 11-24.
McBrearty, S. & A.S. Books (2000). «The revolution that wasn’t: a new interpretation of the origin of modern human behavior». Journal of Human Evolution. 139(5): 453-563.
Murrill, Rupert I. (1975). «A comparison of the Rhodesian and Petralona upper jaws in relation to other Pleistocene hominids». Zeitschrift für Morphologie und Anthropologie66: 176-187.
Murrill, Rupert I. (1981) Petralona Man. A Descriptive and Comparative Study, with New Information on Rhodesian Man. Springfield, Illinois: Ed. Charles C. Thomas Pub. Ltd. ISBN 0-398-04550-X
Rightmire, G. Philip (1983). «The Lake Ndutu cranium and early Homo sapiens in Africa». American Journal of Physical Anthropology61 (2): 245-254.
Rightmire, G. Philip (1998). «Human evolution in the Middle Pleistocene: The role of Homo heidelbergensis.». Evolutionary Anthropology6: 218-227.
Singer Robert R. and J. Wymer (1968). «Archaeological Investigation at the Saldanha Skull Site in South Africa». The South African Archaeological Bulletin23 (3): 63-73.
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